La consejería sigue siendo un tema del que no se habla con tanta frecuencia y apertura en nuestras culturas. Aunque debo reconocer que en los últimos años esto ha ido cambiando para bien. Lejos de querer reflexionar en el concepto elaborado y profundo, quisiera abordar la consejería desde un término muy básico: el proceso de consejería se desarrolla en dos actividades básicas: escuchar y hablar.
El orden del factor si altera el resultado
En este sentido todos estamos envueltos en el proceso de la consejería varias veces en el día. Cada vez que escuchas a tus padres, a un amigo, a tu pareja y le respondes a alguna inquietud o preocupación, ya estás en el proceso de la consejería. Y así cientos de veces en la semana. Ver la consejería desde este punto de vista nos permite revisar algunos pasajes que nos animan a ver la consejería como parte de la vida cristiana.
En pasajes como 1 Tesalonicenses 5, versículo 11 y 14 se nos instruye a edificarnos, amonestarnos unos a otros, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles y ser pacientes con todos. También podemos ver que en Gálatas 6 los versículos 1-2 y 10 se nos dice que todos los hombres y mujeres espirituales son responsables de restaurar con espíritu de mansedumbre a aquellos que han caído en pecado, y sobre todo de sobrellevar los unos las cargas de los otros y de “hacer el bien” a todos en la iglesia y fuera de ello.
El apóstol Pablo en ambos pasajes nos muestra como está compuesta la vida cristiana. Sin lugar a duda esta se desarrolla en torno a una comunidad, que es distinta a las demás por como se comportan unos con otros. Esta vida en comunidad esta marcada por el calor de una palabra de ánimo y la caricia suave luego de una llamada de atención. El aconsejarnos unos a otros es una muestra evidente que estamos viviendo como Cristo nos ha pedido que vivamos, demostrando que nos ocupamos los unos de los otros.
En resumen, los cristianos somos responsables de conocernos, ayudarnos, de estar en contacto y de amarnos unos a otros y la consejería es una de las formas en las que podemos hacer esto. Con una palabra de ánimo, con un mensaje en una red social, podemos alentar, animar y amonestar a otros que necesitan saber que pueden contar con nosotros y nuestras oraciones. Con un tono apacible pero firme comunícale a los que están cerca tuyo, cuanto les aprecias con un consejo que anime su corazón.
Hoy puedes ser de bendición para alguien más. Comparte estas palabras y ánima a esa persona que esta pasando por un momento difícil a buscar consejo y guía profesional.