De los sufrimientos al Servicio

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El héroe temeroso de Dios que va a ser un instrumento útil en las manos del Señor tiene que ser humillado y obligado a confiar en Él. Hay, en otras palabras, que «bajarle los humos». O, como le encantaba decir a A. W. Tozer: «Es dudoso que Dios pueda bendecir grandemente a un hombre, si antes no lo ha herido profundamente». Mi experiencia a lo largo de los años ha sido que, cuanto más profunda es la herida, más grande es el servicio.

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1 Reyes 17: 2—6

Al leer estas palabras y tratar de imaginar el ambiente en el que se desarrollan, comenzamos a ver la sorprendente naturaleza del plan de Dios. Lo más lógico, al parecer, habría sido mantener a Elías ante el rey, es decir, utilizar al profeta como un aguijón incesante, presionando al impío monarca a humillarse, obligándolo a rendir su voluntad a aquel que lo había creado. A fin de cuentas, ninguno de los asesores y consejeros del rey Acab tenía la integridad de Elías. No había nadie cerca que pudiera confrontar la idolatría del rey ni sus crueles e injustas acciones en contra del pueblo de Israel. Era, por tanto, muy lógico que Elías se quedara en la corte del rey.

Todo lo dicho anteriormente responde a la lógica humana, pero el plan de Dios está siempre lleno de sorpresas y misterio.

Aunque nosotros habríamos elegido dejar a Elías allí, para que confrontara a Acab, ese no era el plan del Padre celestial. Él tenía cosas que quería lograr en lo más profundo del ser interior de su siervo, cosas que prepararían a Elías para enfrentamientos que habrían podido destruir a un siervo menos obediente, menos consagrado y menos preparado. Por tanto, Dios envió a Elías a un lugar solitario, escondido de todo el mundo, donde no solo estaría protegido del peligro físico sino también mejor preparado para llevar a cabo una misión muy grande.

El héroe temeroso de Dios que va a ser un instrumento útil en las manos del Señor tiene que ser humillado y obligado a confiar en Él. Hay, en otras palabras, que «bajarle los humos». O, como le encantaba decir a A. W. Tozer: «Es dudoso que Dios pueda bendecir grandemente a un hombre, si antes no lo ha herido profundamente». Mi experiencia a lo largo de los años ha sido que, cuanto más profunda es la herida, más grande es el servicio.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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Es importante que entendamos que el significado es diferente al valor personal. Nuestro valor es un regalo de Dios. No podemos ganarnos Su amor, ser más valiosas para Él, o llegar a tener más valor por cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer. El vivir una vida con significado no afecta quienes somos ante los ojos de Dios, ni nos hace más valiosas. Somos valiosas porque Dios nos creó a Su imagen y nos ama.

El significado, es responder al amor de Dios al aceptar Su más grande regalo de amor, Cristo, y caminar con Él en la travesía de vivir una vida de significado. Vivir una vida de significado es una travesía: es la forma continua de crecer en tu relación con Dios y de vivir Su inigualable misión para ti. El camino hacia una vida de significado es vivir una vida de sentido, sustancia y propósito.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (Efesios 2:10)

Somos hechura suya, una perla preciosa, una manualidad, una obra de arte . . . ¡Somos una historia única!

Linda verdad para crecer espiritualmente y vivir el propósito especial que Dios tiene para cada una.