Salmo 100
Temprano en mi vida cristiana supe que Dios no me había dotado con el don de la música. No fue por revelación divina que me enteré de la carencia del don de la música, sino a través de las caras horrorizadas de mis estudiantes adolescentes que tuvieron que soportar una terrible melodía que compuse para ellos. Doy gracias a Dios porque la mayoría de ellos permanecen hoy en la fe y algunos se han convertido en músicos sobresalientes (el alumno supera al maestro).
Uno de los cantos maravillosos de la Biblia es el salmo 100. No hay una pizca de tristeza en él, ni siquiera una sombre de temor frente al porvenir. Como si fuera un emparedado, revisemos la primera y última estrofa, dejando lo del medio para una próxima ocasión o para ser entonada por los que han sido dotados con el don de la música.
El salmista comparte su alegría y nos invita a regocijarnos juntamente con él.
Es una invitación universal que nos incluye a todos. Cantar, servir y venir pueden ser vistos como una misma acción o bien como una diversidad de acciones que tienen un denominador común que es la alegría. Hagas lo que hagas para el Señor, hazlo con exuberante alegría. Los muchos quehaceres y los sinsabores de la obra pueden quitarnos el gozo del servicio al Señor. Nada es más ofensivo para Dios que sus siervos inclinemos la cabeza como un junco y demos paso a la tristeza y melancolía, cuando somos llamados a gozosa acción de gracias. Por algo el apóstol Pablo también nos recuerda: “Estén siempre alegres. Oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tes. 5:16-18, NVI).
La alegría del salmista no es una emoción vacía y pasajera como muchas de las que hoy conocemos. La razón de la alegría del creyente y, en especial, del líder cristiano se encuentra en el carácter de su Dios.
La bondad de Dios nos hace vivir confiados. La palabra traducida como misericordia es hesed en hebreo. Es difícil hallar un equivalente exacto para esta palabra, algunos la traducen como misericordia, otros como bondad, benevolencia, etc. Hesed describe el pacto de amor de Dios con su pueblo. Tiene que ver con su lealtad que no tiene fin. Dios es leal y por eso su amor despeja toda duda y nos permite vivir con alegría en medio de cualquier circunstancia. Porque su fidelidad se mantiene por todas las generaciones, su carácter no cambia y tampoco sus promesas.
No importa si fuimos o no agraciados con el don para ejecutar música, lo que sí importa es que no olvidemos la letra. Procuremos que nada nos impida servir al Señor con exuberante alegría porque es su bondad la que nos hace vivir confiados, su amor leal es el que despeja toda duda y su constante fidelidad la que nos anima cada día. ¡Sirvamos a Dios con exuberante alegría!