El valor de las pequeñas oportunidades

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Como cada oportunidad está ligada a nuestra propia cosmovisión, tendemos a creer mentiras al respecto. Según el Pastor Ortberg, en su libro: Tantos destinos a donde ir… ¿Cómo saber cuál elegir? existen varios mitos acerca de las oportunidades, que él llama puertas. Uno de ellos es el que dice: “Dios no está involucrado en mi pequeña vida”. Estamos tan empecinados en buscar las “puertas grandes” que menospreciamos las puertas pequeñas. Solemos pensar que Dios está demasiado ocupado o no soy lo suficientemente espiritual o importante como para importarle a Dios.

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“No menosprecien estos modestos comienzos, pues el Señor se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia” Zacarías 4:10

Unas de las frases más repetitivas de cada fin e inicio de año es: 365 nuevas oportunidades. Me encanta ese entusiasmo contagioso, casi empalagoso sobre el nuevo año. Y como culparlos por exceso de confianza y positividad si ¿quién no quisiera tantas oportunidades? Lo que realmente me pregunto es si soportaríamos tener tantas oportunidades. Si apenas con unas cuantas ya me siento abrumado.

La verdad acerca de las oportunidades es un tema muy controversial aún entre los cristianos. Al pensar en las puertas de oportunidades que se nos abren o cierran, existen muchos mitos, que más que ayudar, entorpecen el camino. ¿Quién no a oído la frase “cuando se cierra una puerta, se abre una ventana»? Hay algunos que hasta piensan que es una cita bíblica. No, no está en la Biblia. Esta idea es antibíblica. En realidad lo que la Biblia dice es: “Lo que él abre, nadie puede cerrar; y lo que él cierra, nadie puede abrir” (Apocalipsis 3:7).

Todos tenemos conceptos muy diferentes respectos a las oportunidades, pero generalmente somos muy ambiciosos con las puertas que anhelamos. Todos soñamos con esa oportunidad que cambiara nuestra vida para siempre. Poco tiempo transcurre para darnos cuenta de que esa oportunidad no pasará, pues es poco realista. Las oportunidades las vemos en función de nuestros deseos, planes y creamos una escala de valor, la cual nos ayuda a valorar cada oportunidad que se nos presenta. El problema es que valoramos más las “grandes oportunidades” y menospreciar las pequeñas oportunidades.

Como cada oportunidad está ligada a nuestra propia cosmovisión, tendemos a creer mentiras al respecto. Según el Pastor Ortberg, en su libro: Tantos destinos a donde ir… ¿Cómo saber cuál elegir? existen varios mitos acerca de las oportunidades, que él llama puertas. Uno de ellos es el que dice: “Dios no está involucrado en mi pequeña vida”. Estamos tan empecinados en buscar las “puertas grandes” que menospreciamos las puertas pequeñas. Solemos pensar que Dios está demasiado ocupado o no soy lo suficientemente espiritual o importante como para importarle a Dios.

A veces creemos que las grandes oportunidades llegarán cuando nos convirtamos en grandes personas y pasamos la vida esperando esas grandes oportunidades. Cuando en realidad no tenemos ni idea de que es grande o pequeño a los ojos de Dios. Jesús usó el almuerzo de un pequeño para alimentar a una multitud (Mateo 14:13-21). Las pequeñas cosas nos moldean y nos preparan para las grandes. Si no me esfuerzo y le saco provecho a las pequeñas oportunidades, no estaré liso para hacerlo con las grandes oportunidades.

Ortberg nos da otro concepto muy interesante: “Las puertas que Dios abre son así: oportunidades ilimitadas de hacer algo que valga la pena; grandes aperturas a aventuras nuevas y desconocidas en una vida significativa; oportunidades hasta ahora jamás imaginadas de hacer el bien, de hacer que nuestra vida cuente para la eternidad”. Y yo agregaría, sean estas grandes o pequeñas. No importa el tamaño, así como Jesús alimento a cinco mil personas con solo cinco panes y dos peces, él quiere hacer lo mismo con las pequeñas oportunidades que el abrirá para ti.

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Es importante que entendamos que el significado es diferente al valor personal. Nuestro valor es un regalo de Dios. No podemos ganarnos Su amor, ser más valiosas para Él, o llegar a tener más valor por cualquier cosa que hagamos o dejemos de hacer. El vivir una vida con significado no afecta quienes somos ante los ojos de Dios, ni nos hace más valiosas. Somos valiosas porque Dios nos creó a Su imagen y nos ama.

El significado, es responder al amor de Dios al aceptar Su más grande regalo de amor, Cristo, y caminar con Él en la travesía de vivir una vida de significado. Vivir una vida de significado es una travesía: es la forma continua de crecer en tu relación con Dios y de vivir Su inigualable misión para ti. El camino hacia una vida de significado es vivir una vida de sentido, sustancia y propósito.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (Efesios 2:10)

Somos hechura suya, una perla preciosa, una manualidad, una obra de arte . . . ¡Somos una historia única!

Linda verdad para crecer espiritualmente y vivir el propósito especial que Dios tiene para cada una.