No conozco una marca más permanente en la vida de una persona que la de una madre. Ella generalmente es la persona que invierte más tiempo y energía en sus hijos, la que los comprende cuando ellos no pueden explicar sus acciones y la que los llena de abrazos cuando están sufriendo. En caso de que lo dude, ¿cuándo fue la última vez que usted vio que un niño que lloraba corriera hacia su padre para que lo consolara? Cuando eso ocurre, es porque la madre no está allí. La influencia de la madre es tan grande que la modelamos aun sin darnos cuenta, y volvemos a ella para sorpresa de los demás.
Al pensar en la influencia de mi madre, dos palabras llegan a mi mente: clase y entusiasmo. Mi madre, era una mujer de clase. Ella siempre tuvo la determinación de hacer que su familia conociera las artes y las relaciones sociales. Gracias a ella me encanta el arte, la buena música; sé cuál tenedor es el que debo usar y cómo evitar mancharme la corbata. Además, ella también tenía un gusto interminable por la vida. A ella le debo mi entusiasmo y mi perseverancia. Su actitud indomable fue su legado, gracias a Dios por ello.
Mi madre no era perfecta, como tampoco la suya. No obstante, espero que mis palabras le hagan recordar a la madre que le ha influenciado a usted.
Y si usted es una madre, quisiera que dedicara unos cuantos minutos a recordar el legado duradero de su sello personal. Los hijos tal vez parezcan malagradecidos, tal vez actúen de manera irresponsable, tal vez ignoren sus peticiones u olviden sus consejos. Pero créalo, nunca borrarán su influencia.
Aun cuando en la actualidad no lo parezca, la maternidad es algo muy valioso, muy noble y es consistente con el reino de Dios. ¡Por eso es que la admiramos!
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.