Una escritora dice: Jesús no dijo su mensaje entre dientes o en voz baja. No debatió por horas el método más seguro de hacer algo. No se reunió con incontables comités para conseguir permiso para hacer una declaración. Fue intrépido.
Él gritó. Pisó fuerte. Derribó mesas y sillas. Clamó. Gimió. Todo lo que hizo fue una afirmación de lo que él creía que era su misión. Irrumpió en la conciencia del pueblo con obras, actitudes y acciones que nunca antes se habían hecho, ni visto, ni oído. Uno pudiera decir que usó su propia sangre para pintar su mensaje. Fue así de intrépido.
¿Se dio cuenta usted de que estaba siguiendo a alguien así de peligroso cuando decidió seguir a Jesús? ¿Sabía usted que Él se puso firme contra el mal? A veces el Jesús que tratamos de imitar no se parece en nada al Jesús de la Biblia. Si a usted le gusta quedarse sentado en el trasfondo, dejando que el mal se agazape y haga de las suyas, sin decir nada ni hacer nada, usted es parte del problema, y no parte de la solución.
Ahora bien, me doy cuenta de que éstas son palabras peligrosas, y es fácil mal entenderlas y aplicarlas mal. Quiero advertirle en contra de hacer un hábito en su vida las acciones explosivas. Jesús no tejió un látigo una semana sí y otra no. Cuando algunos leen mensajes como esos, deciden arremeter contra todo el mundo. Se vuelven personas muy difíciles con quienes estar. No estoy hablando de cultivar una mentalidad de conspiración. No estoy diciendo que se debe hacer frente públicamente a toda obra mala, ni que se deba confrontar al instante, y cara a cara, a todo hipócrita. Lo que estoy diciendo es que a veces un líder que se asemeja a Cristo tiene que decir y hacer cosas que estremecerán el estatus quo. Si no, los malos se volverán a armar, y la batalla se inclinará al lado equivocado.
Me preocupa de manera especial este asunto, porque mantengo un ojo en la política, y leo las últimas encuestas. Me pregunto si acaso el carácter, la integridad y el verdadero liderazgo se han ido de vacaciones. Demasiados pocos están dispuestos a ponerse firmes y decir: «No sé lo que usted piense, pero a lo mejor yo soy el único en esta organización que está dispuesto a decir: ¡Esto está mal!» No hay suficientes individuos dispuestos a ponerse firmes en lo que saben que es la verdad, ni en el gobierno, ni en las instituciones educativas, ni en los barrios, ni en los negocios. Pero ¡levántese solo y sea firme! Cristo es un modelo.
Jesús, en no pocas ocasiones, usó palabras tales como cuídense, despiértense, adviertan a sus hijos, instrúyanlos, prepárense. El enemigo está trabajando. Todo lo que valga la pena cultivar para el bien, y para la gloria de Cristo, va a sufrir los ataques del enemigo. Sea que uno la vea o no, ¡hay una guerra!
Miremos otro pasaje, y luego quiero aplicar directamente estas lecciones de liderazgo.
Y [Jesús] enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos. Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo. Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo.
Lucas 21:37–22:2
La división que se ha insertado entre lo que nosotros conocemos como capítulo 21 y capítulo 22 oculta el contraste que se intenta dar. Parece como que todos estuvieran siguiendo la dirección de Cristo, y si uno pudiera haberle preguntado al tendero promedio de la calle principal de Jerusalén lo que pensaba de Jesús, probablemente hubiera recibido esta respuesta: «Ah, todos los siguen. Es el predicador más popular que hay. Es increíble. ¡Miren las multitudes! Todas las mañanas se levantan temprano, y se beben cada palabra que dice». Pero eso sería una opinión equivocada. No todos estaban enamorados del audaz liderazgo de Jesús. La conspiración de sacerdotes, escribas y fariseos trataba de matar a Jesús.
Compréndalo tal como es, amigo y amiga. Hay una guerra. La oposición amenaza. Los ataques están listos. No se deje adormecer por los buenos tiempos y los pocos momentos de vacaciones fáciles y de ensoñación de hoy.
Extractado de Liderazgo Audaz en un mundo Corrupto, como liderar con perseverancia de Charles R. Swindoll. (Plano, Texas, IFL Publishing House, 2011)