La experiencia conocida como navegar en rápidos es una actividad deportiva y recreativa que consiste en recorrer el cauce de ríos en la dirección de la corriente, por lo general sobre una balsa o un kayak. Navegar en rápidos implica encontrar aguas embravecidas, giros, caídas profundas, peñones y otros obstáculos desafiantes. Nos sucede igual cuando navegamos en las crisis de la vida.
Como la que en el último año ha provocado globalmente la pandemia del COVID-19. En tal contexto, la pregunta más frecuente que hacen tanto los líderes duchos como los emergentes es: ¿Qué tipo de liderazgo necesitamos ahora? Junto con ella, en la literatura y los foros recientes, algunas respuestas han llegado a ser muy comunes. Adaptativo, flexible e innovador. En otras palabras, el tipo de liderazgo requerido ahora y en el futuro, es el resiliente.
La actitud resiliente
En las ciencias físicas, la resiliencia es la característica de un material que reasume su forma original después de permanecer doblado, ser estirado, o estar comprimido. La psicología ha adoptado el término en décadas recientes para describir la capacidad del ser humano de absorber las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformado positivamente por ellas.
La resiliencia, entonces, nos permite no solo asimilar sino recuperarnos de modo saludable del fuera de balance provocado por la adversidad. Por lo tanto, en el contexto de las crisis de la vida, aprender a cultivar una actitud resiliente es un imperativo, no solo una buena idea.
Tal actitud incluye la convicción de ser responsable de la madurez personal y de la reacción a las pruebas con las que Dios moldea nuestras vidas. En suma, ahora mismo, el tipo de líderes que necesitamos en nuestras naciones, comunidades, iglesias y familias deben modelar esta actitud y, además, estimularla en sus círculos de influencia.
Prácticas para nutrir el liderazgo resiliente
El reservorio de resiliencia personal depende en buena medida de la disposición para madurar y para nutrir esta actitud con disciplina. Por eso, recomiendo cinco prácticas que realizadas con determinación hacen una gran diferencia, estemos ya liderando o en ruta a hacerlo.
- Aceptar que la crisis es parte de la vida. Es posible que como resultado de una situación adversa no te sea posible alcanzar ciertas metas. Aceptar las circunstancias que no puedes cambiar te puede ayudar a enfocarte en las circunstancias que sí puedes alterar.
- Ver los problemas como giros imprevistos pero superables. No puedes evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, pero si puedes cambiar cómo reacciona a ellos. Trata de mirar más allá del presente y piensa que en el futuro las cosas mejorarán.
- Establecer relaciones. Es importante cultivar relaciones saludables con familiares cercanos, amistades, mentores y otras personas. Aceptar el apoyo de quienes te quieren y ayudar a otros que te necesitan de gran beneficio para ti y fortalece tu actitud resiliente.
- Mantener las cosas en perspectiva. Aun al enfrentar eventos muy dolorosos, considera la situación en un contexto más amplio y mantén una visión a largo plazo. Evita ver el evento fuera de proporción.
- Seguir trabajando hacia las metas. Pregúntate, ¿Qué cosa que puedo lograr hoy me ayuda a avanzar hacia mi meta en el largo plazo? Luego, estima los cambios que podrían surgir y no te desanimes cuando aparezcan.