Mi abuelo siempre pareció más joven que mi padre. Mi papá ya era viejo cuando yo nací, y probablemente yo lo hice envejecer más conforme crecía. Pero parecía que yo nunca hacía envejecer más a mi abuelo. Él vivía la vida de puntillas. Él halló que vivir era una aventura: emocionante, intrigante, divertida. Me enseñó cómo conducir un bote a motor. Me llevaba a pescar, en donde los viejos enseñaban a los jóvenes en cuanto a la vida; y la aventura más arriesgada de todas: me enseñó a conducir.
Me puso detrás del volante de su Ford del año 39 hace muchos años en El Campo, Texas, un pueblo al sur de Houston. Recuerdo haber arrancado el guardabarros derecho de ese hermoso carro viejo suyo al entrar demasiado rápido en la cochera. Pero mi abuelo ni siquiera se movió. Sonreía mientras decía: «Simplemente retrocede e inténtalo de nuevo, hijo. Yo puedo comprar nuevos guardabarros, pero no puedo comprar un nuevo nieto. Vamos. Inténtalo otra vez». Ese era mi abuelito. ¡Qué hombre tan magnífico! ¡Qué recuerdos tan maravillosos! ¡Qué influencia significativa ejerció, y todavía ejerce, en mí!
Mi abuelo era así en su vejez porque tenía entusiasmo por la vida y cultivó una gran actitud mientras todavía era joven. Él enfrentó la dificultad de un cuerpo envejeciente con una actitud de fortaleza porque había aprendido cómo enfrentar todas las dificultades de esa manera. Yo soy en gran parte el hombre que soy hoy debido a su influencia. Tomé una decisión consciente, hace años, de envejecer igual que mi abuelo.
Repito, escribo para todos, y no simplemente para los que están en sus últimos años. Pero permítanme decirles a ustedes que son abuelos: puesto que a nuestros jóvenes se les dice que nos honren y respeten, démosles una razón para hacerlo. No podemos esperar respeto y admiración si primero no nos lo ganamos. Si todavía estás en tus años juveniles o de mediana edad, te digo, echa un buen vistazo firme a cómo enfrentas tus dificultades ahora. Multiplíquelo por diez y así es cómo enfrentarás los muchos retos que acompañan a la vejez.
A cada uno: mira tu actitud. ¿te gusta lo que ves? ¿estás doblegándote a ti mismo con sentimientos de inutilidad, lástima de ti mismo, temor o remordimiento? ¿Cuán divertido es vivir contigo? ¿Es tiempo de un ajuste de actitud? Entonces, ¿qué esperas? ¡Avanza!
Extracto de Enfrente la Vida con Buena Actitud, copyright © 2013 apropiada por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.
Fotografía: Alex Perri en Unsplash