Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo. Isaías 66:13
TE ADORAMOS, PADRE NUESTRO, y en nuestra adoración te damos gracias. Te agradecemos, no sólo por nuestras madres y abuelas, sino también por todas las mujeres que han cumplido esa función tan admirable. Recordamos aquellas que ya han muerto, aquellas que han moldeado nuestras vidas, aquellas que nos han enseñado fielmente y que nos amaron totalmente. Gracias por la contribución de esas finas mujeres por todo el mundo que viven vidas dedicadas a tu servicio, a sus familias y a sus parientes. Gracias por cada una de ellas. Has escrito en Tu Palabra que valen más que las joyas preciosas.
Gracias por la ternura y la compasión con que las madres nos cuidan en un mundo frío, cruel, duro e insensible. Gracias por sus palabras de ánimo y afecto en medio de una sociedad que busca simplemente los logros, y los objetivos egoístas y temporales. Gracias por tantas horas que ellas invierten en los demás. Gracias por su contribución en la obra de la iglesia a través de los siglos. Gracias por usar mujeres en todas las épocas para mejorar sus hogares, sus familias y las vidas de los demás. Gracias por su visión, por su fortaleza de carácter. Y por encima de ello, gracias por sus corazones, que te aman y como reflejo aman a los demás.
Padre amado, muchas de estas cosas representan Tu sabiduría, la cual, así como lo has escrito, es más preciosa que la plata; mejor que el oro. Queremos dedicarnos a Tu obra, a Tu servicio y a aquellas que necesitan nuestro amor. Te entregamos el fruto de nuestras manos en lo que resta de nuestras vidas. Queremos servir fielmente al maestro. En nombre del Salvador, oramos. Amén.
Véase también Éxodo 20:12; Proverbios 3:13-14; 6:20; 20:20; 30:17; 31:10.
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.