Cuatro actitudes negativas frente a la dificultad

Esta semana en nuestro devocional: cuatro actitudes negativas frente a la dificultad. Casi toda persona tiene algo que lamentar. La mayoría de personas miran ilusas lo que pudiera haber sido si no hubieran cometido errores tan necios aquí y allá.

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La primera actitud negativa que puede acompañar al envejecimiento es un sentido de inutilidad. «Ya no le sirvo a nadie. Simplemente soy un estorbo para todos. ¿Para qué sigo viviendo?» Johann Goethe, el poeta alemán, tuvo razón al escribir: «Una vida inútil es muerte temprana».1 Es natural sentirse inútil cuando la vida tiene sus rodillas sobre el pecho de uno, y las circunstancias difíciles simplemente no te dejan en paz. Pero no permitas que esta actitud se aferre a ti. Después de que la dificultad haya pasado, esta actitud te mantendrá derribado.

La segunda actitud negativa es sentir lástima de uno mismo. «A nadie le importo. ¿Por qué molestarme con seguir viviendo? ¿Por qué molestarme tratando de alcanzar a otros? Si alguien realmente se interesara, me buscaría». El sentir lástima de uno mismo invariablemente lleva a echar la culpa. Echar la culpa conduce a la amargura, y la amargura hace que otros se alejen. ¿Puede uno culparlos? Sentir lástima de ti mismo es el primer paso a un tipo de juego paradójico de tira y afloja. Tu quieres que las personas se acerquen a ti, pero tu amargura las aleja. ¿Cómo puede el sentir lástima de uno mismo llegar a ser otra cosa que una profecía que se cumple por sí misma?

La tercera actitud negativa es el temor. «Debo tener mucho cuidado. Tengo que evitar todo los peligros y todos los riesgos'». El temor es una emoción normal que Dios nos dio para ayudar- nos a percibir y evitar el peligro. Pero puede abrumarnos en tiempos de tensión. El mundo parece más y más peligroso, especialmente conforme envejecemos, lo que puede conducir a una perspectiva suspicaz, lo que realmente se vuelve paranoia.

Por supuesto, como un bromista lo dijo: «Simplemente porque no eres paranoico eso no quiere decir que no hay nadie que te esté persiguiendo». El mundo es un lugar peligroso, lleno de enfermedad, crimen, desastres naturales y toda clase de males. Pero el temor es un ladrón que nos roba la alegría y nos quita la paz. El temor hace todos esos peligros reales antes de que siquiera los enfrentemos. Es más, tal vez nunca enfrentemos la mayoría de esos peligros, pero sí tenemos miedo, bajaremos las cortinas y echaremos llave a las puertas en un esfuerzo por dejar fuera todo peligro. En el proceso dejamos también fuera las mismas cosas que tememos que el mundo nos va a quitar.

Finalmente, y tal vez la más devastadora de estas cuatro actitudes negativas, es la del remor­dimiento indebido. Esto es una mezcla de culpa y remordimiento por decisiones malas, o como el diccionario lo dice, «Inquietud, pesar interno que queda después de ejecutada una mala acción».2 Esta actitud continuamente está mirando hacia atrás por sobre el hombro con un suspiro hondo, profundo, pensando: Si tan solo no hubiera . . . si tan solo hubiera . . . (termina la frase con tus propias palabras).

Casi toda persona tiene algo que lamentar. La mayoría de personas miran ilusas lo que pudiera haber sido si no hubieran cometido errores tan necios aquí y allá. La mayoría de personas mayores pueden identificarse con el pequeño poema A veces del poeta americano Thomas S. Jones, Jr.

Por los campos del ayer
A veces viene a mí,
un pequeño que acaba de volver de jugar: El pequeño que solía ser yo.

Y sin embargo sonríe con tanta ilusión Una vez que se ha inmiscuido,
Me pregunto si él espera ver
Al hombre que yo pudiera haber sido.

Thomas S. Jones, Jr.

Algo de lamentación es normal y saludable.

Honestamente acepta la responsabilidad por errores pasados, lo que es una parte necesaria de la sabiduría. Pero el remordimiento incluye el sentimiento de culpa. Sin embargo, una vez que nos hemos arrepentido de un pecado o un error, y Dios nos ha perdonado, el sentimiento de culpabilidad no tiene lugar. El remordimiento, es decir la combinación de culpabilidad y pesar, atiza la desilusión y el desaliento. Hará que te sientas sin capacidad para enfrentar retos futuros. ¡Incluso hará que te sientas descalificado para servir al Señor! A Satanás le encanta esta actitud.

No permitas convertirte en un portador de estas actitudes negativas. Son una enfermedad que infectará a tu familia y a tus seres queridos. Afortunadamente, las actitudes positivas pueden ser igual de contagiosas. En mi propia vida puedo ver el efecto de la actitud de mi abuelo comparándola con la de mi papá.

Extracto de Enfrente la Vida con Buena Actitudcopyright © 2013 apropiada por Charles R. Swindoll, Inc.  Reservados mundialmente todos los derechos.

Fotografía: Caroline Veronez en Unsplash

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