Al final del año 2023 circulaban en redes varios videos en donde algunas personas hacían una lista de propósitos cumplidos. En ella estaban elementos como: ahorrar $1,000 USD, comprar una casa, bajar 10 kilos, tener auto, vivir plenamente, dejar de tomar gaseosa.
Al final de los videos en el check-list las personas comenzaban a ajustar su lista para que se convirtieran en logros. Cambió ahorrar $10,000 USD por $10 USD tachando los tres ceros restantes, cambió la palabra “comprar” por la de “dibujar” una casa, de bajar 10 kilos, lo cambió por 1 kilo al tachar el cero, a la palabra auto añadió la palabra “control” (tener autocontrol), tachó la palabra plenamente, pues un logro sería el simple hecho de vivir, y por último tachó las palabras “dejar de” en la frase que decía “dejar de tomar gaseosa”.
Es muy típico que, al iniciar una nueva etapa de la vida, el ser humano se auto examine. Cuando termina un año somos dados a mirar atrás para observar nuestros éxitos y fracasos. En esta evaluación observamos varias esferas de nuestra vida, el área financiera, el área social, el área física, intelectual, profesional, familiar, etc.
Sin embargo, muy pocas veces nos auto examinamos en el área espiritual, probablemente no consideramos que sea un área muy importante, pues los resultados no son tangibles como el mirarnos al espejo y mirar los resultados del ejercicio u obtener una boleta de calificaciones y comprobar que la noche de estudios rindió frutos. Los efectos de nuestra vida espiritual aparentemente no afectan a nadie, aunque en realidad nos afectamos a nosotros mismos y muchas veces a los que nos rodean.
Acabamos de pasar la primera mitad del año y probablemente, estamos esperando a terminarlo para realizar un auto examen, es por eso, que quiero animarlo a no esperar más, pero especialmente a incluir su vida espiritual en este ejercicio.
El auto examen como un ejercicio constante.
El apóstol Pablo exhorta a la iglesia a hacerlo en 1Co 11:29-31. Ahí el apóstol menciona que, si los creyentes se examinan, entonces Dios no tendría razones por las cuales juzgarlos. En ese contexto, el creyente es confrontado al preguntarse: cómo ha sido su vida espiritual y si ha despreciado el sacrificio de Cristo con su conducta y las únicas respuestas válidas son aprobado o reprobado.
Otro texto para considerar es Mt 5:23-24 en donde dice que, si una persona lleva su ofrenda al altar, pero, recuerda que su hermano tiene algo contra ella, entonces debe interrumpir su ofrenda, dando prioridad a lo que el Espíritu Santo le está mostrando. La única manera de que a una persona que se encuentra en medio de un acto espiritual, le pueda venir este recuerdo es si continuamente se examina.
Otros pasajes que invitan al creyente a auto examinarse: Job 13:23; Sal 119:59; Lam 3:40; 2Co 13:5; Gá 6:4; entre otros.
Una actitud incongruente
Dicen que, aunque una persona tenga muchos logros y triunfos, con una sola acción fallida, todo lo bueno se derrumba.
Este es el caso del apóstol Pedro. Si recordamos la vida de Pedro, vemos que fue un discípulo que resaltó entre los demás. Constantemente lo encontramos en diálogo con Jesús, y aunque era impulsivo, se puede observar fue uno de los discípulos más cercanos al Señor. Cuando Jesús subió al monte para la transfiguración, ahí estaba Pedro, cuando preguntó quién pensaban ellos que él era, fue Pedro quien confesó “tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente”, fue Pedro quien caminó sobre las aguas, fue Pedro el que le creyó a Jesús y en su nombre arrojó de nuevo las redes. Pedro es el apóstol más mencionado en el NT, apareciendo 182 veces.
Pedro fue el discípulo más inquieto y por lo tanto sobresaliente, pero, tuvo una caída catastrófica, ¡Negó a Jesús!
Esta fue una actitud incongruente, dado que Pedro había sido aquel que le confesó como hijo de Dios. El temor a la muerte lo llevó a negar a Jesús.
Imagine la escena descrita en Lucas 22:54-62 en donde se dice que el Señor miró a Pedro después de negarle la tercera vez. Yo no puedo ni imaginar lo que Pedro pudo haber sentido y pensado. A pesar de todo, imagino que la mirada de Jesús no fue desafiante, sino misericordiosa. Se podría decir que Pedro estaba reprobado.
El auto examen y la gracia
Le ocurrió alguna vez que algún maestro por no calificar las tareas dijo: ¡Usted mismo póngase la calificación que se merece! A mí me ocurrió y para no ser ostentoso nunca me puse el 100, pero tampoco me puse un 70.
Después de la negación de Pedro, le tocó auto examinarse, pero no era capaz de ponerse el 100, es más, él no consideraba merecer ninguna puntuación. Pedro se sentía reprobado. Aun así, Pedro siguió al pendiente de su maestro.
Después de la muerte de Jesús, Pedro junto con Juan corrieron a ver la tumba vacía, sin embargo, ya no era el mismo Pedro. Juan 20:4 describe que el discípulo amado corrió más rápido que Pedro ¿Puede ser esto posible? ¿hablamos del mismo Pedro?
Pedro estaba presente físicamente, pero ausente en esencia. Jesús se manifestó después de la resurrección a sus discípulos durante 40 días, y ahí estuvo Pedro pero con una participación pasiva.
En Jn 21:15-17 encontramos que Jesús en tres ocasiones pregunta a Pedro si él lo amaba con tal amor como para entregar su vida (amor agape), pero, la respuesta de Pedro fue que él lo quería (fileo).
¿Por qué Pedro no era capaz de responderle a Jesús que sí lo amaba tanto como para dar su vida por Él? Sencillamente porque ya había tenido la oportunidad de demostrarlo, pero falló.
Pedro se sentía reprobado, no se sentía digno. Probablemente Pedro ya había considerado aun dejar “El Camino”, pero no tenía a donde más ir. Pedro antes había dicho “¿a quién iremos?, Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6:67-69).
Aun así, la gracia de Dios es grande. No importa la calificación que Pedro se estaba dando, al final el maestro es Jesús y Él es quien asigna la nota final. A esto se le llama “gracia”.
Jesús en las mismas tres ocasiones le dijo a Pedro que él apacentara las ovejas. Le estaba asignando a Pedro una tarea que no se sentía capaz de llevar. ¡Qué privilegio inmerecido!
Pero esto no hubiera ocurrido si Pedro hubiera sido orgulloso.
El Dios de las segundas, terceras y enésimas oportunidades
En Hch 2:1-14 vemos al mismo Pedro predicando un poderoso sermón en el que confrontó a los mismos israelitas a quienes días antes había temido diciéndoles “a este (Jesús), entregado por el determinado consejo, y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (vv. 21-24).
¿Qué cambió? Pedro tuvo la humildad de auto examinarse y calificarse. Fue honesto y reconoció que se había equivocado, y Jesús en su gracia le dio otra oportunidad.
Auto examinarse es un ejercicio que el cristiano debe realizar constantemente, esto le ayudará a calificar su avance, a plantearse metas y a buscar alcanzarlas, pero también, a reconocer las fallas y recurrir al Dios de las segundas oportunidades. El presente es un momento adecuado para auto examinarnos. Es mejor evaluarnos hoy, reconocer que hay algo que cambiar y comenzar a trabajar, que perder el tiempo y comenzar mañana.